No me puedo quejar: hoy eran las 7:00 cuando mi cuerpo ha dicho basta, así que debe de ser señal de que voy tomando el nuevo ritmo. El día de ayer fue largo y completo. Sin proponérnoslo, ¡vimos ocho pisos!
Lo cierto es que nuestra intención era pasear por la ciudad e ir haciéndonos una idea del ambiente en las zonas en las que nos habíamos planteado mirar alojamiento. Y el día comenzó así, de hecho; salimos del apartamento y nos metimos una buena dosis de pijerío. El piso en el que estamos ahora se encuentra, si se puede decir, en el "Lower" Upper East Side. Es decir, en la parte más al sur de uno de los barrios más adinerados de Nueva York. Es más, resulta bastante peculiar el contraste entre el apartamento y la zona: mientras el piso parece haberse quedado congelado en los 80, con las paredes de la entrada forradas de tela, espejos del suelo al techo en el salón y una cocina tan retro que probablemente ya vuelve a estar de moda, basta salir de esta calle en dirección hacia el parque para comprobar que el vecindario respira alta sociedad por los cuatro costados. Desde el piso hasta Central Park se cruzan tres avenidas: Park, Madison y la Quinta, a cual más chic. Nada más doblar la esquina aparece una tienda de Hermès, y las joyerías y tiendas de alta costura se suceden en las avenidas mientras en la calle por la que vamos hacia el oeste abundan los hoteles "con encanto" y restaurantes de alto copete, con profusión de coche de alta gama en la puerta con chófer esperando. Y sí, como también nos habían comentado, señoras con perrito en brazos y paseadores de perros profesionales. Por no hablar de las notas de color que fascinaron a Ana: cada pie de árbol está plantado de tulipanes a rebosar, y cuando no tulipanes, narcisos. Retomando las primeras impresiones de las que hablaba ayer, ésta se corresponde más a lo que esperaba de esta zona, y ayuda sin duda el hecho de que haya salido una mañana impolutamente soleada.
Callejeando
Bajamos unas veinte manzanas por la Quinta avenida, con los sospechosos habituales: la tienda Apple, la juguetería del piano de "Big", Gucci, Prada, Diesel... Supongo que ahora tocaría que comentara el ambiente glamuroso que reina; sin embargo, por un lado es lo que esperaba de esta avenida, y por otro es algo que tampoco me emociona en exceso. Así que apuntaré otra cosa que me sorprende y que me pega más: la cantidad de bicicletas que rondan la ciudad. Las hay de todo tipo: de montaña, de carretera, de piñón fijo, "cruisers"... ¡y van como locas! Muchas son de los famosos repartidores bicicleteros de Nueva York (¿alguien recuerda una serie de hace muchos años inspirada en eso?), y algunos son simplemente temerarios que van silbato en boca para invitar a los peatones a apartarse cuando se ponen en su camino. Pero tranquilos, padres o tíos que podáis leer esto, si yo algún día tengo mi bici, no iré tan a lo loco como he visto por aquí...
Bajando en zig zag hacia el sur, decidimos acercarnos hasta Naciones Unidas, que nos recibe con una imagen inesperada: el edificio del Consejo de Seguridad, que ya sabía que estaba en obras, se encuentra cubierto por un plástico blanco. Pero lo que no sabía es que la torre principal también lo estuviera, y su imagen ciertamente recuerda a algunos de los más tristes episodios de este país. La foto lo dice todo...
Inesperada tournée inmobiliaria
Siguiendo con nuestro descenso hacia el sur, decidimos acercarnos a un complejo de apartamentos del que nos habían hablado, ya que hay gente de la ONU que vive allí. En un principio, sólo pretendemos ver el sitio, pero al comprobar que tienen oficina nos decidimos a acercarnos y acabamos viendo tres apartamentos de la mano de una amable... colombiana. Las vistas en algunos de ellos son impresionantes, ya que dan directamente al East River. La única pega: que están un poco aislados del resto de la ciudad por una especie de circunvalación.
La excursión prosigue hacia el East Village, con idea de comer en una pizzería italiana recomendada, pero de camino nos topamos con Peter Cooper Village y su hermano mayor Stuyvesant Town, otros dos complejos de apartamentos. En el primero estuvo viviendo nuestro amigo Pablo hace un par de años, y siempre nos lo había recomendado. Y, para gran desilusión (posterior) nuestra, efectivamente merece la pena. Los pisos allí son muy espaciosos, recién renovados, en una zona muy verde (mientras lo veíamos Ana se asombraba con la población de ardillas del lugar), con un ambiente bastante juvenil y, además, con el autobús directo a la ONU en la puerta. La pega: los trámites y garantías que piden, de lo más variado. Para empezar, un aval personal de alguien que viva en Estados Unidos. Y para seguir, exigen que la renta del inquilino supere en 36 veces el alquiler mensual del piso; es decir, que si el piso sale por 3.000 dólares, uno debe ganar 108.000 al año. Factores, ambos, que complican considerablemente el quedarnos allí en nuestro caso...
Las condiciones del mercado inmobiliario de Manhattan tampoco nos pillan de sorpresa, pues ya nos habían avisado (como mi hermano Juan y sus series me anunciaron) de que es bastante exigente, y más cuando no tienes un historial bancario en el país. Pero, por otro lado, estamos contentos porque en un día en que ni nos lo habíamos planteado, hemos visto ocho pisos y tenemos ya una primera impresión (si se me permite volver al concepto) de lo que hay y lo que nos pueden pedir.
Y para hoy, aparte del turisteo, otra cita inmobiliaria: ésta, con una española que lleva ya muchos años aquí y trabaja de agente inmobiliaria. Nos va a enseñar un apartamento en una casa bastante peculiar. Pero eso queda ya para la próxima entrada.
queridos newyorkers,
ResponderEliminaraplaudimos la idea de vuestro estupendo blog. esperamos que sigas plasmando historias y anécdotas que nos acerquen a vuestra ciudad y si necesitáis consejo inmobiliario pon una fotos buenas y comentamos las ventajas y desventajas.
besostodos de gonzalo e isabel
Es excelente esa ciudad, después de haber conocido varias es la que mas me gusta. Tener un alojamiento en manhattan con vista al Time Square es ideal para vivir unas vacaciones a puro placer
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