Mientras escribo, se debe de estar decidiendo si se permite o no que la primera muestra de "indignación" organizada estadounidense pase la noche en los alrededores de Wall Street. Lo tenían todo preparado: esterillas, mantas, termos de café, guitarras... Lo único que les falta: que les arropen. Y, para arroparles, gente no faltará: cuando yo he pasado por allí, había casi tantos policías como indignados.
Diversas casualidades han hecho que acabara visitando el improvisado campamento esta tarde. Principalmente, que volvía de una excursión en bici por Staten Island, y el ferrry que conecta con aquella isla tiene su terminal a apenas 500 metros de Wall Street. También a través de la bici, aunque en este caso de una página web, me había enterado de que hoy se organizaba "Occupy Wall Street", en cuya web se hace referencia entre otras cosas, como fuente de inspiración, a la primavera árabe y al 15-M español.
Subiendo hacia el distrito financiero desde Battery Park, lo primero que he visto han sido pintadas con tiza de colores sobre el suelo, en la plaza situada al sur de la famosa estatua del toro de Wall Street. Me llaman la atención los mensajes referentes, precisamente, a nuestra especial "primavera".
Llegado a la altura del toro, donde se había citado a los indignados, veo que allí no hay nadie. Mejor dicho, no dejan que haya nadie. O más concretamente: hay una escolta de unos diez policías que rodean el toro dentro a su vez de una barrera levantada con vallas. Otras veces que había pasado frente al toro me había preguntado si algún día, en algún momento, en esta ciudad que nunca para, será posible hacerse una foto con él sin nadie alrededor. En esta ocasión, ni con el habitual enjambre de turistas resignado a hacer fotos desde la acera iba a ser posible.
Unos 200 metros más arriba, en el punto donde Wall Street propiamente dicha nace desde Broadway, se comienza a ver más gente, y más policía también. De hecho, la calle está acordonada a lo ancho del acceso desde Broadway, de manera que nadie puede pasar por Wall Street. Entre 20 y 30 agentes velan por que nadie convierta el símbolo financiero de la ciudad en campo de protestas. Los turistas, por su parte, a lo suyo: no en vano, para ellos tanto pinta contar que estuvieron en Wall St como narrar que no pudieron pisarla porque había una muralla policial de por medio.
En vista de que no han podido tomar ni el toro, ni la emblemática calle, los indignados se han trasladado hasta una plaza arbolada dos calles más arriba, Zuccotti Park. Allí se organiza lo que, me imagino (puesto que a mí el 15-M me pilló aquí ya) equivaldría a las famosas asambleas y grupos que proliferaron en las protestas españolas. En corros de entre 10 y 20 presonas, cada uno toma en pacientes turnos el megáfono y expone sus ideas y motivaciones para estar allí. En el breve tiempo que circulo por allí, el mensaje es (el símil era exagerado desde el principio) más cercano al de la sublevación popular de Sol que al de las revueltas árabes: el dinero manda, el gobierno no escucha a los ciudadanos, sino a las grandes corporaciones, etc. Como en todas partes, también hay quienes pasan de la indignación a la exaltación, aunque de forma poco violenta: un manifestante se pasea irrumpiendo, altavoz en mano, en cada corrillo para vociferar que ya está bien de hablar y que se pase a la acción: ocupar la plaza (¿acaso no es lo que están haciendo?). Otro circula con un cartel en que llama a la eliminación de la personalidad jurídica; brillante idea, sobre todo para las asociaciones benéficas de este país, que cumplen con toda la acción social que, al contrario que en Europa, el gobierno de EEUU no desarrolla. Y, por supuesto, no faltan las máscaras de Anonymous, a pesar de que en los consejos previos a la protesta se decía que es ilegal que más de dos personas se paseen enmascaradas por la calle (que se anden con ojo los niños este Halloween...).
Las diferencias con el movimiento en España, pese a no haber sido testigo de él, son evidentes. Por un lado, en el nivel de hastío: mayor, a mi entender, en mi país, factor que consiguió una movilización mucho más alta que aquí, pese al potencial de NY. Por otro lado, la repercusión inicial no ha sido comparable, si bien la congregación lleva solo unas horas en curso: hay que rebuscar en la página de la CNN para encontrar una mención a lo que está sucediendo. También se podría citar el ambiente un tanto extraño, al ser ambos lugares, Sol y Wall St, puntos de afluencia turística. En NY se juntaban los manifestantes provistos de mochilas con los turistas cargados de bolsas de un outlet cercano, y la plaza poblada por carteles y octavillas contrastaba con el terreno desolado de la Zona Cero, al otro lado de Zuccotti Park.
Es muy pronto para saber en qué acabara todo esto. De hecho, me resulta muy extraño escribir una entrada sobre un acontecimiento todavía no concluido. En todo caso, quizá consigan pasar la noche en la calle, o los alojen en la iglesia de la Trinidad cercana. O tal vez la policía no les deje pasar la noche, en previsión de que pudiera haber altercados mañana por la mañana cuando desembarquen los empleados de las "diabólicas" compañías de Wall Street. Aunque, en mi opinión, es poco probable: los ejecutivos suelen ser, fuera del parqué, gente pacífica.
me encantado, sobre todo, la última frase: "los ejecutivos suelen ser, fuera del parqué, gente pacífica"... te los imaginas ahí dentro, todos tan dignos ellos, devorándose unos a otros... que imagen
ResponderEliminarcuídate
jorge